El cortometraje es CINE GRANDE contenido en un espacio de tiempo pequeño. El corto fantástico español ha arrasado dentro y fuera de nuestras fronteras, ganando los más prestigiosos premios. Porque el corto es GRANDE, ¡pero aún lo es más si el corto es fantástico!
Dentro del marco de la Héroes Cómic Con de Valencia ha nacido una nueva Muestra de Cortometrajes de Cine de Terror y Fantástico: Valenciafantastic. Para iniciar este evento en su nacimiento, se proyectaron una selección de los cortometrajes más premiados de los últimos años.
Otra actividad relacionada con esta primera Muestra Valenciafantastic, fue la mesa redonda sobre el cine de género fantástico español. Haciendo incapié en el valenciano.
La mesa estába compuesta por el editor y coordinador de la Muestra Fantasti'CS, Jorge Juan Adsuara, la perdiodista María Abad y el escritor y crítico cinematográfico Miguel Ángel Plana. Moderada por el director y guionista audiovisual Ferrán Brooks.
En la misma y a lo largo de una hora, se debatieron los orígenes del género en nuestro país con el injustamente olvidado Segundo de Chomón, los directores Edgar Neville o Javier Poncela, (El crimen de la calle bordadores, La torre de los siete jorobados, Domingo de Carnaval...) películas basadas en un gótico castizo influenciado con las leyendas de Becquer.
Como Jesús Franco inició con Gritos en la noche (1966) la época dorada del fantaterror, que continúo con la creación de la productora Profilmes a cargo de los valencianos José Antonio Pérez Giner y Ricardo Muñoz Suay.
Un punto de inflexión fue la ley Miró creada a principios de los años ochenta para cargarse de un plumazo el cine de subgéneros que impulsó un cambio estructural de la creación cinematográfica española que, a cambio de un hipotético aumento de la calidad, tuvo una incidencia negativa sobre la cantidad de películas producidas.
Que el cine de género fantástico es universal al carecer de localismos. Por ello no es lógico, por ejemplo, citar un cine fantástico vasco con los Urbizu, De la Iglesia o Bajo Ulloa. Porque las producciones se diversifican. Una muestra es el trabajo de nuestro Paco Plaza con la saga Rec o su última obra Verónica para la productora catalana Filmax. El mismo director valenciano Juan Piquer tuvo que marchar a Madrid para estudiar cine y trabajar en publicidad y posteriormente realizar sus películas con su productora Almena films en la capital española.