Hoy, día 7 de julio, se cumple un año de la muerte de Narciso Ibáñez Serrador (1935-2019), TCM ofrece La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976), mientras que al menos 19 episodios de sus Historias para no dormir -editados hace años en DVD- están disponibles en la web de RTVE A la Carta. Se actualiza y se prolonga así el legado de quien fue calificado como maestro del cine fantástico y de terror cuando, meses ante de morir, en enero del año pasado, recibió un Goya de Honor, arropado por el cariño de una generación de directores españoles del género -Paco Plaza, Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró, Rodrigo Cortés, Alex de la Iglesia, Juan Antonio Bayona...- Todo el mundo estaba sobradamente al tanto de los éxitos televisivos -el Un, dos, tres...y muchos otros- de ese hombre que era un show en sí mismo, pero tal vez no pocos se sorprendieran al comprobar que se le concedía la categoría de maestro del cine, tanto por lo escueto de su obra cinematográfica como por el hecho de que el llamado fantaterror había sido, en sus manifestaciones más usuales, un género despreciado por la crítica hegemónica y considerado más bien, en su práctica totalidad, como un subgénero.
Hoy, día 7 de julio, se cumple un año de la muerte de Narciso Ibáñez Serrador (1935-2019), TCM ofrece La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976), mientras que al menos 19 episodios de sus Historias para no dormir -editados hace años en DVD- están disponibles en la web de RTVE A la Carta. Se actualiza y se prolonga así el legado de quien fue calificado como maestro del cine fantástico y de terror cuando, meses ante de morir, en enero del año pasado, recibió un Goya de Honor, arropado por el cariño de una generación de directores españoles del género -Paco Plaza, Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró, Rodrigo Cortés, Alex de la Iglesia, Juan Antonio Bayona...- Todo el mundo estaba sobradamente al tanto de los éxitos televisivos -el Un, dos, tres...y muchos otros- de ese hombre que era un show en sí mismo, pero tal vez no pocos se sorprendieran al comprobar que se le concedía la categoría de maestro del cine, tanto por lo escueto de su obra cinematográfica como por el hecho de que el llamado fantaterror había sido, en sus manifestaciones más usuales, un género despreciado por la crítica hegemónica y considerado más bien, en su práctica totalidad, como un subgénero.